“No necesito ayuda”. “Puedo cuidarme yo solo”. “¿Me estás llamando viejo?” Estas son algunas de las reacciones que manifiestan los ancianos cuando familiares o amigos les sugieren que, por su estado de salud o edad, deben recibir algún tipo de ayuda o asistencia.
Este tipo de respuestas denotan la dificultad que muchos mayores experimentan a la hora de asumir que ya no están capacitados para valerse por sí mismos. En otros casos, es posible que reconozcan sus dificultades para afrontar las actividades cotidianas y, sin embargo, se nieguen a que un desconocido atienda sus necesidades. Como consecuencia de estas actitudes, finalmente, acaban realizando por sí mismos acciones que pueden generar un impacto negativo en su salud.
A continuación, te damos algunas pautas para que sepas qué hacer cuando un anciano no quiere ayuda. ¡Seguro que tu familiar lo entenderá con nuestras pautas!
A qué se debe esta actitud
Las razones que justifican este comportamiento varían en función del caso y la persona. No obstante, de manera genérica, los adultos mayores se niegan a recibir algún tipo de ayuda porque lo consideran una amenaza a su autonomía.
Esta negativa también puede estar motivada por el temor que sienten a que su espacio personal y su hogar sea invadido por una persona desconocida; una actitud que, en ocasiones, se intensifica por el orgullo y la terquedad, e incluso por algún deterioro cognitivo.
Así lo justifica el profesor Bowles de la Universidad de Pensilvania, quien afirma que “mucha resistencia surge del orgullo” y de la necesidad de querer seguir siendo independiente.
Cómo actuar en estos casos
Ante este tipo de situaciones resulta fundamental adoptar una postura empática que respete la dignidad del mayor, evite la imposición de ideas o percepciones, y, sobre todo, ser paciente en todo momento.
Mantener la calma
Actuar de forma calmada y paciente permite afrontar el problema de un modo óptimo, evita discusiones con el anciano y aumenta las posibilidades de alcanzar un acuerdo.
La angustia y el agobio que pueden experimentar los familiares se traslada automáticamente a los mayores, pudiéndose agravar la problemática. En este sentido es aconsejable tener en cuenta algunas recomendaciones y consejos para calmar la ansiedad de las personas mayores ante determinadas situaciones.
Actitud empática y escucha activa
La comunicación y la empatía son dos elementos clave para abordar este problema del mejor modo. No se deben exponer exclusivamente los argumentos o causas que justifican la necesidad de que la persona en cuestión reciba ayuda, sino que se debe prestar especial atención a lo que realmente piensa y siente. Solo así será posible comprender el verdadero motivo que se esconde bajo su resistencia a recibir ayuda y podrá establecerse una comunicación efectiva.
No imponer ni forzar nada
Se trata de ofrecer, no de imponer. Los ancianos, aunque necesiten ayuda, también tienen derecho a decidir por sí mismos y tomar decisiones. Si se actúa de manera comedida, empática y se respeta la postura de la persona afectada, evitando la imposición de obligaciones, la probabilidad de persuadir positivamente es mayor. Por tanto, es preferible ofrecer consejos y apoyo, no forzar ninguna situación y dirigir el discurso hacia un “queremos ayudarte a que te cuides a ti mismo”.
Ponerse en manos de profesionales
En algunas ocasiones, parece imposible abordar la situación. En esos casos, lo mejor es ponerse en manos de algún profesional, como puede ser un psicólogo especializado en la ayuda a ancianos. Un especialista siempre dispondrá de herramientas útiles para afrontar este tipo de situaciones.
Introducir cambios de manera progresiva
Si los cambios se adoptan de forma paulatina, es más probable que la persona los vaya aceptando e interiorizando. Se debe evitar en todo momento actuar de manera brusca, por ejemplo, sugiriendo el internamiento en una residencia, ya que se obtendría el efecto contrario: una mayor resistencia a recibir ayuda.
Por otra parte, no es conveniente apartar a los adultos mayores de su rutina y zona de confort bruscamente, pues, al igual que cualquier otra persona, necesitan tiempo para asumir los cambios y aceptar su nueva realidad.
Ser consciente de la situación
La negativa por arte de los ancianos a recibir algún tipo de ayuda puede deberse a un deterioro cognitivo provocado por enfermedades como el Alzheimer o la demencia. Un deterioro que, además, resulta en una experiencia dolorosa para su entorno, ya que es posible que los ancianos afectados se vean amenazados y recurran al uso de comentarios hirientes. Por tanto, en estos casos es fundamental no tomarlo como algo personal y ser consciente en todo momento de la situación.
No llevar la contraria
La confrontación en este tipo de situaciones no conduce hacia el objetivo deseado. Se debe intentar, constantemente, llegar a un acuerdo entre ambas partes y acercar posturas mediante un diálogo respetuoso, lo que, a su vez, facilitará que la persona acabe aceptando esa ayuda.
Qué tipos de asistencia se pueden ofrecer
Al igual que son varias las causas que pueden generar el rechazo por parte de los ancianos a recibir ayuda también son muy diversas las modalidades de asistencia que pueden ofrecerse en función del caso.
La elección de un tipo de asistencia u otra va a estar determinada, en parte, por el estado de salud, si padece alguna patología o no, y sus capacidades cognitivas. Por tanto, se trata de optar por una asistencia personalizada que se adecúe a las necesidades del anciano.
Esta asistencia, orientada a la protección de los mayores y a garantizar un envejecimiento activo, puede costearse mediante ayudas públicas siempre y cuando se cumplan con los requisitos establecidos por la ley de dependencia para personas mayores.
Asistencia en tareas del día a día
Ese tipo de asistencia se brinda en aquellos casos en los que la persona aún mantiene cierto grado de independencia, pero necesita ayuda para las actividades del ámbito cotidiano (hacer la compra, cocinar, limpiar, etc.).
Asistencia en el hogar para tareas fundamentales
Aquella que se proporciona a los mayores con cierto grado de dependencia y que, por tanto, no pueden ejecutar en solitario acciones fundamentales del día a día y que van más allá de las labores domésticas (levantarse, ir al baño, alimentarse, cambio de ropa y pañales, etc.)
Atención residencial
Esta asistencia 24 horas está orientada a aquellas personas que presentan un alto grado de dependencia y que no pueden llevar a cabo actividades básicas, como ir al baño o asearse, y que además necesitan estar atendidos durante todo el día.
En definitiva, resulta imprescindible conocer este tipo de actitudes en la tercera edad y disponer de recursos y herramientas eficaces para poder prevenirlas y, en caso de que aparezcan, tratarlas. En las residencias de mayores Amavir contamos con un equipo multidisciplinar que analiza la situación de cada residente y elabora unas propuestas concretas en función de las necesidades y del estado de salud individualizado de cada uno de ellos.