Cerca del 70 % de las personas que padecen una enfermedad crónica sufren cansancio y apatía, según el estudio realizado por la Plataforma de Organizaciones de Pacientes y la Universidad Complutense de Madrid.

La apatía es un síndrome neuroconductual caracterizado por la falta de energía y pérdida de motivación e interés en diferentes aspectos del día a día, lo que también genera una disminución de la actividad física y cansancio.  Así, sensaciones como “Nada me motiva, todo me aburre” y “No tengo fuerzas para hacer nada”, generalmente, son experimentadas por la persona apática.

Se trata de una manifestación conductual que, a menudo, aparece en quienes han sufrido traumatismos craneoencefálicos, infecciones cerebrales, en quienes padecen una depresión o en el contexto de una enfermedad neurodegenerativa, como Parkinson, demencia, etc.  De hecho, es un síntoma muy frecuente en las personas que sufren Alzheimer, ya que afecta a cerca de un 65 % de los casos.

La apatía se manifiesta a través de diferentes conductas y síntomas, como el aislamiento social, déficit emocional, falta de voluntad y desmotivación para llevar a cabo actividades diarias (abulia), dificultad para experimentar placer (anhedonia), desinterés, cansancio generalizado, falta de energía, pérdida de preocupación por el autocuidado, etc.

Por qué surge la apatía en el anciano

Las causas de la apatía son muy diversas y no existe un factor único, si bien es cierto que se debe a alteraciones neuroquímicas o estructurales en el cerebro. Asimismo, en el caso de adultos mayores, la apatía puede estar asociada a enfermedades crónicas, aislamiento social, pérdida de seres queridos, debilitamiento de la salud mental o como efecto secundario a ciertos medicamentos.

Todos estos condicionantes explican la aparición de la apatía en los ancianos, ya que uno de los principales factores de riesgo para su desarrollo es el deterioro cognitivo, una patología asociada al envejecimiento. Por ello, la personalidad apática es un síndrome muy común en la demencia y en otras enfermedades neurodegenerativas, como el Parkinson, con una prevalencia entre el 16 % y el 48 %; o el Alzheimer, afectando a una media del 50 % de quienes padecen esta enfermedad.

Por tanto, la apatía es un signo precoz de deterioro cognitivo y un síntoma centinela, es decir, un síntoma que avisa de que se está produciendo otra enfermedad que aún no está diagnosticada o no está siendo tratada.

A qué se debe este cansancio generalizado

La apatía puede manifestarse de múltiples formas en función de la tipología concreta que sufra el individuo, pero, generalmente, está marcada por la desmotivación, fatiga física, emocional y psicológica, somnolencia, alteraciones del estado anímico y el cansancio generalizado. De este último síntoma pueden derivarse múltiples manifestaciones, tanto cognitivas como conductuales, ya que alienta la falta de interés por la realización de actividades o el establecimiento de relaciones interpersonales.

Este cansancio generalizado en ancianos puede deberse a un cansancio fisiológico derivado del proceso de envejecimiento o del padecimiento de otras dolencias más graves. Por lo tanto, su origen se encuentra en una enfermedad subyacente que debe tratarse con prioridad para reducir los efectos de la apatía y el cansancio en ancianos.

Tipos de apatía en el adulto mayor

La clasificación de las apatías por tipologías no atiende a un criterio de edad, sino de conductas, por lo que, en términos generales, las apatías que se exponen a continuación pueden manifestarse tanto en jóvenes, como en adultos y ancianos. Si bien es cierto que, por las razones mencionadas anteriormente, este último es uno de los grupos más afectados.

Conductual o de autoactivación

Se caracteriza por una marcada disminución de la actividad espontánea, lo que implica una gran dificultad para llevar a cabo tareas sencillas propias del día a día.  La apatía conductual se caracteriza por la falta de acción y una drástica reducción de los niveles de actividad. En estos casos se habla de falta de energía y cansancio, ya que quienes la padecen pueden sentir motivación por estas actividades, pero les resulta prácticamente imposible ejecutarlas por sí mismos. Aunque, normalmente, con un estímulo externo relevante, la persona suele acceder a llevar a cabo cierta actividad.

De hecho, la apatía por déficit de la auto-activación se debe a la incapacidad para alcanzar el umbral de activación necesario para que un individuo actúe por un impulso interno voluntario y no como respuesta a una estimulación externa.

Social

La apatía social puede ser más común en adultos mayores debido a factores como el retiro laboral, la pérdida de amigos o familiares, la disminución de la movilidad o por el hecho de sentirse aislados de la sociedad por su enfermedad o edad. Este tipo de apatía puede manifestarse como una falta de expresión emocional en entornos sociales, dando la impresión de frialdad o indiferencia. También conlleva rechazo hacia las actividades y dinámicas grupales o que requieran de la interacción con otros individuos, así como hacia el establecimiento de conversaciones y relaciones interpersonales profundas, ya que experimentan indiferencia y una importante desconexión emocional.

Emocional-afectiva

Conlleva un importante déficit emocional que puede generar la sensación en el entorno del sujeto de indiferencia y falta de empatía, puesto que la persona no muestra preocupación por los demás ni se ve afectada por lo que sucede a su alrededor. Esto se debe, en parte, a la fuerte desconexión emocional experimentada por quienes la padecen.

Se caracteriza por la falta de respuesta emocional a situaciones, eventos y relaciones interpersonales que, por lo general, evocan respuestas emocionales y/o afectivas. Implica cierta incapacidad o dificultad para expresar y experimentar emociones, aparentando frialdad, falta de empatía e indiferencia, lo que conduce hacia el establecimiento de relaciones personales superficiales y distantes.

Cognitiva

Implica una marcada pérdida de interés en cualquier actividad cognitiva o que requiere de procesos mentales superiores, como el aprendizaje, el habla, la resolución de problemas, etc. La apatía cognitiva también puede conllevar la falta de interés por las actividades que realizan otras personas.

Quienes padecen una apatía cognitiva pueden experimentar una reducción en la capacidad de concentración y de memorización, así como una falta de interés por las actividades que implican la activación de procesos mentales superiores.

Finalmente, es conveniente mencionar que la evaluación y el tratamiento por parte de profesionales son de vital importancia para comprender y abordar adecuadamente la apatía. La combinación de psicoterapia, medicación y apoyo social puede ser crucial para hacer frente a este síndrome neuroconductual.