Los cambios de temperatura propician un cambio de gérmenes en el ambiente que pueden tener consecuencias nocivas para las personas mayores, y es de vital importancia el tratamiento y la prevención de neumonía en la tercera edad. Los especialistas señalan que los problemas principales que el frío intenso de estos días puede originar en las personas de edad avanzada son las infecciones respiratorias y las insuficiencias cardiacas. «Se trata de cuadros pseudogripales que se dan aunque el paciente esté vacunado de la gripe. Los procesos catarrales o gripales pueden estar atenuados por la vacuna, pero si se complican con infecciones respiratorias bacterianas pueden producir en el paciente una entrada en insuficiencia cardiaca.
Son procesos que en su origen son leves y no tendrían mayores consecuencias, pero en las personas mayores se pueden complicar porque su capacidad funcional respiratoria y cardiaca es reducida. Las dificultades para expectorar, propias de las personas de mayor edad, agravan el proceso. Por eso, entre las medidas preventivas a tomar, está la importancia de la vacunación en los mayores, especialmente conviene recordar que la vacuna antigripal es aconsejable para los mayores de 65 años, y destaca que la vacuna antineumocócica, que se recomienda para las personas mayores que sufren polipatologías. Esta vacuna se administra cada cinco años y previene del germen que más neumonías produce, el neumococo. En todos los casos resulta recomendable conocer los síntomas. Cuando se empieza con tos, fiebre y expectoración amarillenta o verdosa hay que consultar con el médico y poner tratamiento lo antes posible.
Reservas de energía
Los mecanismos de respuesta al frío de una persona mayor no difieren de los que posee un joven. Pero en el caso de los mayores, la capacidad de termorregulación y la respuesta al frío es más lenta, por lo que estas personas resultan más susceptibles a sus efectos. Con el frío intenso, el organismo echa mano de sus reservas de energía. Respondemos con un encogimiento del cuerpo que busca preservar el calor, o con escalofríos y erizamientos del pelo que son contracciones que tienen la misma finalidad.
Especialmente en el caso de los mayores, la temperatura de la casa no debe bajar de 20 grados. Los problemas de hipotermia pueden producirse en las personas con movilidad reducida debido al Parkinson, fracturas o hemiplejias por trombosis cerebral. También pueden resentirse del frío las personas con problemas de tiroides, Alzheimer o ciertos grados de demencia donde no hay conciencia de la sensación de frío. Entre los daños que puede ocasionar el frío se hallan los sabañones, lesiones en la piel que se aproximan a la congelación. Las zonas más proclives a sufrir esta afección son las orejas, los dedos y la punta de la nariz. Ante el frío intenso, conviene llevar estas zonas tapadas.