El envejecimiento puede provocar alteraciones fisiológicas, psicológicas y sociales influidas por factores endógenos y exógenos, que pueden ir acompañados de procesos de aumento o pérdida de peso. Aunque los casos de incremento de peso y obesidad pueden ser más comunes en la tercera edad, también puede suceder lo contrario: que una persona mayor pierda peso de forma involuntaria.
En este caso, la pérdida de peso en ancianos, a veces, puede indicar un problema médico subyacente. Por ello, es imprescindible evaluar las pérdidas de peso fortuitas en las personas mayores para investigar la causa y verificar cuál es su procedencia.
Causas más comunes de la pérdida de peso en personas mayores
Con carácter general, la pérdida de peso involuntaria se debe a la reducción de la cantidad de ingesta de alimentos como resultado de la falta o disminución del apetito con la edad.
Esta sensación de inapetencia puede ser consecuencia de enfermedades (puntuales o crónicas), soledad o depresión. No obstante, también pueden producirse otras causas, que veremos a continuación.
Cambios fisiológicos relacionados con la edad
La edad fisiológica produce modificaciones importantes en los adultos mayores y puede contribuir a la conocida como “anorexia del envejecimiento”. Entre estos cambios se encuentra la reducción de masa corporal magra, la masa ósea y la tasa de metabolismo basal, la disminución del sentido del gusto y del olfato, y los signos de alteración gástrica, causantes de saciedad precoz.
Sin embargo, las investigaciones y estudios de observación de adultos mayores muestran que la pérdida de peso relacionada con el envejecimiento normal no es muy acusada, y que los pacientes más ancianos mantienen el peso durante un período de tiempo razonablemente largo, entre 5 y 10 años.
De todos modos, la pérdida de peso no debe ser desestimada por los cambios relacionadas con la edad natural, y siempre deben ser investigados por los profesionales sociosanitarios del entorno del paciente.
Enfermedades crónicas y condiciones médicas
La reducción de peso también puede ser resultado de una infección prolongada o de una enfermedad que podría empeorar si no se trata con la debida precaución. A pesar de ser menos común, los problemas no diagnosticados como cáncer, enfermedad cardíaca o dolencia neurológica, entre otros, también pueden derivar en una pérdida no intencional de peso.
Asimismo, el adelgazamiento también puede ser la primera manifestación de algunas enfermedades infecciosas, como tuberculosis, endocarditis o infecciones fúngicas o parasitarias.
Por otra parte, los ancianos con hipertiroidismo apático pueden presentar pérdida de peso y debilidad, con pocas manifestaciones más de tirotoxicosis. También hay que tener en cuenta la sarcopenia, una enfermedad degenerativa que produce la pérdida de masa y potencia muscular con el paso del tiempo.
Efectos secundarios de medicamentos y tratamientos médicos
Por otro lado, ciertos medicamentos también pueden ocasionar una pérdida de peso. Si este es el caso, posiblemente haya que acudir al especialista, quien indicará si es necesario cambiar a otro medicamento para que el adulto mayor se mantenga en su peso ideal.
En otras ocasiones puede suceder que la causa se halle en problemas psicológicos o sociales, producto de una sensación de soledad, falta de integración o duelo de la persona.
Resulta imprescindible tener presente que cada factor individual podría no ser suficiente para causar una pérdida de peso importante, pero el efecto acumulativo de todos esos factores podría dar lugar a una pérdida de peso clínicamente importante.
Problemas dentales y dificultades para comer o tragar
Otra posible causa puede ser la disfagia o dificultad para tragar o deglutir los alimentos. Este es un problema que no solo provoca pérdida de peso en ancianos, sino que también puede producir una desnutrición grave o incluso un problema de deshidratación fatal. En estos casos es necesario acudir al médico para que este indique las medidas a tomar para proporcionar al anciano la dieta que necesita.
En paralelo, otras dolencias pueden hacer que las personas mayores pierdan el apetito (por ejemplo, la pesadez durante la digestión o los ardores de estómago hace que coman menos) o que modifiquen su dieta recurriendo a alternativas menos nutritivas. En ambos casos, la pérdida de peso en ancianos va unida a una falta de nutrientes necesarios para el organismo.
Cómo prevenir la pérdida de peso en ancianos
Es importante que los adultos mayores disfruten de una buena calidad de vida, puedan realizar actividades en su día a día y logren mantener su autonomía e independencia.
Cuando se produce una pérdida de peso involuntaria, el adulto mayor y su equipo de atención médica deben desarrollar estrategias para identificar y manejar los problemas relacionados con la pérdida de peso involuntaria. Las residencias de mayores disponen de equipos integrales profesionales de la salud, que pueden incluir un dietista, médico, terapeuta ocupacional, fisioterapeuta, patólogo del habla y el lenguaje, dentista y trabajador social, quienes trabajan de forma colaborativa para lograr las mejores condiciones para las personas mayores.
Las adaptaciones nutricionales y de estilo de vida pueden mejorar la ingesta dietética y evitar una mayor pérdida de peso involuntaria. A continuación, os ofrecemos algunos consejos para ayudar a prevenir la pérdida de peso involuntaria, especialmente la pérdida muscular.
- Consumir las calorías adecuadas para satisfacer las necesidades energéticas. A las personas mayores de 70 años, se les recomienda ingerir aproximadamente de 1.700 a 2.000 calorías por día, dependiendo de varios factores.
- Incrementar la ingesta de más alimentos proteicos como carne, pollo, mariscos, huevos y lácteos, sin olvidar que deben cubrirse las necesidades del resto de macronutrientes, como hidratos de carbono y grasas, éstas en menor medida y de forma más ocasional, así como vitaminas y minerales (micronutrientes).
- Elegir más proteínas de origen vegetal como las legumbres, los frutos secos y las semillas.
- Actividades aeróbicas, de equilibrio y flexibilidad. El ejercicio regular aeróbico ayuda a mantener el peso en la tercera edad, pero también puede incrementar el apetito y la sensación de bienestar, introduciendo una rutina saludable en el día a día. Además, algunos ejercicios de equilibrio y flexibilidad pueden ser beneficiosos para prevenir caídas y mejorar su movilidad.
- Llevar a cabo buenos hábitos: además del deporte y la correcta alimentación, es importante no fumar y también no consumir alcohol o estimulantes como la cafeína en exceso. Mantener una vida equilibrada fomentando los hábitos saludables es clave para evitar una disminución del peso y la masa corporal.
En definitiva, la prevención y vigilancia de las pérdidas de peso son factores imprescindibles a tener en cuenta en el cuidado de nuestros mayores. Las residencias de mayores elaboran planes de prevención y control del peso y las condiciones físicas de los residentes, gracias a la coordinación de un equipo multidisciplinar de especialistas que se encargan de cuidar de forma integral y personalizada a las personas mayores.