La degeneración macular asociada a la edad (DMAE) consiste en la pérdida de visión a causa del envejecimiento. Algunos estudios realizados en residencias de mayores con residentes de baja visión han relacionado la pérdida de visión con dificultad para realizar acciones diarias como trasladarse de un lugar a otro, lectura, aseo corporal y vestimenta, etc.
De este modo, la pérdida de la visión suele causar dependencia en las personas de la tercera edad. La DMAE es una de las causas más comunes de pérdida de la visión junto con la catarata, el glaucoma y la retinopatía diabética. En este artículo nos centraremos en la degeneración macular asociada a la edad, una enfermedad progresiva y degenerativa que afecta principalmente a personas mayores de 50 años con factores de riesgo o predisposición genética.
Qué es la degeneración macular asociada a la edad o DMAE
La degeneración macular es, entre otros, uno de los problemas de visión más comunes en personas mayores. Se trata de un trastorno ocular que destruye lenta y gradualmente la visión central y aguda, dificultando la visualización de detalles en las imágenes. La visión central es aquella que nos permite ver con claridad y hacer tareas diarias como leer y conducir.
La DMAE (o AMD, por sus siglas en inglés) representa una de las enfermedades más comunes en personas de más de 60 años. Esta patología multifactorial se caracteriza por la aparición de una o varias alteraciones progresivas que afectan a la retina en la zona denominada mácula, de ahí su acepción. La mácula es la zona de la retina donde existe mayor capacidad de discriminación visual, la que permite obtener imágenes con mayor nitidez y tener visión en detalle.
Según un estudio de la Sociedad Española de Retina y Vítreo, se considera la principal causa de ceguera en occidente en personas mayores de 55 años, y aumenta progresivamente en grupos de mayor edad.
La prevalencia de la pérdida de la visión para personas entre 60 y 85 años se sitúa entre el 0,2 % y el 5,4 %, pero en adultos mayores de 85 años el índice se incrementa hasta el intervalo del 12-30 %. En este sentido, es importante tener en cuenta que el envejecimiento progresivo de la población hace previsible que la prevalencia y la carga de la enfermedad aumenten en todo el mundo.
Además, se calcula que en España hay unas 700.000 personas con DMAE, afectando por grupos de edad al 15 % de las personas entre 65 y 74 años; a un 25 % a los grupos de entre 75 y 84 años; y a un 30 % en los casos de mayores de 85 años.
¿Cuáles son los síntomas de la degeneración macular asociada a la edad?
En los primeros estadios de la enfermedad, y si esta solo afecta a un ojo, es muy difícil poder detectar los síntomas, ya que el paciente no nota nada y no sospechará, salvo que solicite una revisión rutinaria donde se le detecte un descenso de la agudeza visual en un ojo.
Por ello, cuando el paciente percibe algunos síntomas, se debe a que la patología se encuentra en una fase bastante avanzada y se ha afectado también el otro ojo. En este punto, los síntomas más frecuentes son:
- Disminución de la agudeza visual central, que será progresiva en función del tipo de DMAE de que se trate (DMAE progresiva o neovascular), que no presenta mejora con corrección óptica de la persona.
- Disminución de la visión en color.
- Detección de escotomas o puntos ciegos, caracterizados por una mancha fija en la visión central.
- Disminución de la sensibilidad al contraste.
- Metamorfopsia: percepción alterada de los objetos del campo visual, viendo las líneas rectas como onduladas o distorsionadas. Puede tratarse de una micropsia si disminuye el tamaño de la imagen, o macropsia si este tamaño aumenta.
La metamorfopsia, uno de los síntomas clave para la evaluación del paciente, se puede cuantificar utilizando métodos sencillos como la rejilla de Amsler, un patrón compuesto por una rejilla o cuadrícula de líneas verticales y horizontales con un punto en el centro que ayuda a monitorizar el campo visual central que corresponde a la zona de visión macular.
También es recomendable, en la medida de lo posible, la tomografía de coherencia óptica, mientras que la angiografía con fluoresceína se considera opcional y solo se realizará ante la sospecha de membrana neovascular.
Tipos de DMAE que existen y los principales factores de riesgo
Se diferencian dos formas fundamentales en las que se presenta la degeneración macular relacionada con la edad: la forma húmeda, también llamada exudativa o neovascular, y la forma seca o atrófica. Las investigaciones científicas estiman una incidencia mayor de la DMAE atrófica (un 86 %) que la exudativa (un 14 %).
La degeneración macular neovascular, exudativa o húmeda produce una pérdida de visión central muy rápida. Es considerada como una de las formas más avanzadas y severas de la patología, caracterizada por la neovascularización coroidea, una complicación común de la miopía patológica. Se produce cuando crecen vasos sanguíneos anormales detrás de la retina, muy frágiles, que empiezan a gotear sangre y líquido, produciendo un levantamiento de la mácula que conlleva la pérdida irreversible de la visión.
Por su parte, la DMAE seca o atrófica es la forma más común, representando 9 de cada 10 casos diagnosticados. No es tan severa como la húmeda: provoca una pérdida de visión de forma más gradual. Este tipo de degeneración macular sucede poco a poco, cuando la visión central se nubla gradualmente en el ojo afectado.
Con la progresión de la enfermedad, la visión central se va perdiendo cada vez más. Puede afectar a ambos ojos, aunque cada uno puede llevar un ritmo distinto de la patología. Cuando la DMAE seca se encuentra en un estado muy avanzado, se acaba convirtiendo en la forma húmeda (aproximadamente el 90 % de los casos).
Actualmente, la degeneración macular se clasifica en tres estadios según la gravedad que presente: DMAE precoz, intermedia o avanzada.
En cuanto a los principales factores de riesgo, se destacan los siguientes:
- Antecedentes familiares de la enfermedad. Si en la familia ha habido casos anteriores de degeneración macular, el riesgo de padecer la enfermedad es mayor.
- Genética: en el diagnóstico de la degeneración macular se han encontrado diferencias en la pigmentación y aspectos genéticos, siendo los caucásicos más propensos a desarrollar DMAE, según un informe de la Vocalía Nacional de Óptica Oftálmica del Consejo General de Colegios Farmacéuticos de España. Incluso el color de los ojos puede influir, siendo más propensas las personas con ojos claros, al ofrecer menor protección solar contra los efectos nocivos de la luz ultravioleta.
- Género: también se ha descrito una mayor incidencia en mujeres, que podría estar relacionada con la esperanza de vida.
- Hábitos: el tabaquismo, la exposición solar prolongada, la inactividad, las dietas elevadas en grasas, colesterol y bajas en antioxidantes, y la obesidad pueden ser hábitos de vida que hagan a las personas mayores ser más propensas a desarrollar la DMAE.
Envejecimiento activo y DMAE
El envejecimiento de la población y su impacto en la DMAE
El envejecimiento de la población es un fenómeno global que está transformando la sociedad. En España, la esperanza de vida ha aumentado significativamente en las últimas décadas, lo que ha llevado a un incremento en el número de personas mayores de 65 años. Este grupo de edad es precisamente el más vulnerable a la DMAE, ya que la enfermedad se desarrolla principalmente a medida que envejecemos.
El aumento de la esperanza de vida es una buena noticia, pero también plantea desafíos importantes. Uno de ellos es el aumento de las enfermedades crónicas asociadas al envejecimiento, como la DMAE. Se estima que en España hay alrededor de 700.000 personas con DMAE, y se espera que este número aumente en los próximos años debido al envejecimiento de la población.
Implicaciones para el sistema de salud
El aumento de la prevalencia de la DMAE tiene importantes implicaciones para el sistema de salud. Esta enfermedad requiere un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado para prevenir la pérdida de visión. Sin embargo, los recursos sanitarios son limitados y el aumento de la demanda de atención médica para la DMAE puede poner a prueba la capacidad del sistema.
Además, la DMAE tiene un impacto significativo en la calidad de vida de las personas mayores. La pérdida de visión puede afectar su independencia, su capacidad para realizar actividades cotidianas y su bienestar emocional. Esto puede llevar a una mayor necesidad de cuidados y apoyo, lo que supone una carga adicional para las familias y los servicios sociales.
Prevención y concienciación
Ante este desafío, es crucial invertir en la prevención y la concienciación sobre la DMAE. Fomentar hábitos de vida saludables, como una dieta equilibrada y la protección ocular contra los rayos UV, puede ayudar a reducir el riesgo de desarrollar esta enfermedad.
Además, es importante promover la detección temprana de la DMAE a través de revisiones oftalmológicas periódicas, especialmente en personas mayores de 50 años. Un diagnóstico temprano puede permitir un tratamiento más eficaz y mejorar el pronóstico de la enfermedad.
La degeneración macular asociada a la edad es un problema de salud pública que requiere una respuesta integral. A medida que la población envejece, es fundamental invertir en investigación, prevención, diagnóstico temprano y tratamiento para garantizar que las personas mayores puedan disfrutar de una buena calidad de vida y mantener su independencia.
Prácticas para prevenir la DMAE
El examen de fondo de ojo, junto con la información aportada por la nueva clasificación, resulta una herramienta básica de diagnóstico y clasificación de la patología, así como para el seguimiento del paciente con DMAE.
Sin embargo, la DMAE es una enfermedad que aparece sin dolor y en la mayoría de los casos lentamente, es habitual que las personas que la padecen no se den cuenta hasta que el daño ocular ya sea muy evidente. Por ello, la detección precoz es uno de los puntos clave para controlar la progresión de esta enfermedad.
A pesar de no haber un tratamiento específico, la enfermedad puede ser tratada con inyecciones oculares, terapia fotodinámica y cirugía láser. La terapia fotodinámica fue muy usada a comienzos de los 2000, pero ya está en desuso.
Además, en algunos estudios se ha relacionado la fórmula para la prevención y tratamiento de la degeneración macular asociada a la edad con suplementos nutricionales que ayuden a ralentizar el avance de la enfermedad y reducir el riesgo de la aparición de la forma neovascular (vitaminas C y E, entre otras).
No obstante, hasta ahora no se han encontrado resultados suficientemente evidentes de dichos suplementos, por lo que resulta indispensable educar a la población y promover estilos de vida saludables. En la prevención de la degeneración macular juega un papel decisivo la alimentación: es fundamental apostar por una dieta rica en verduras, frutas y hortalizas, incorporando vitaminas y omega-3, así como la ingesta de pescado al menos dos veces a la semana.