Los cambios posturales en ancianos en situaciones de dependencia se deben a afecciones en la movilidad y en sus rutinas diarias, por lo que se necesita asistencia total en su desplazamiento. Es importante conocer cómo se deben realizar estas acciones, con precisión y de manera correcta, para no dañar al adulto mayor.
Por ello, en este artículo vamos a analizar la relevancia de los cambios posturales, cómo podemos llevarlos a cabo de la mejor manera posible y cuáles son los riesgos y posibles consecuencias de los movimientos mal ejecutados.
Conocer este tipo de técnicas y fundamentos supone un pilar imprescindible porque contribuye al bienestar de la persona que recibe los cuidados y puede evitar que se produzcan úlceras por presión, entre otras dolencias. ¡Comenzamos!
¿Qué son los cambios posturales?
Los cambios posturales son aquellos que se realizan para evitar que el adulto mayor pase un tiempo excesivo en la misma posición, bien sea tumbado o sentado. Su razón de ser la encontramos en contextos o situaciones determinadas.
Así, cuando una persona mayor pierde su movilidad, el hecho de pasar mucho tiempo en la misma postura puede causarle otras lesiones o atrofias en las articulaciones, haciendo que estas se resientan.
Por ello, los cambios posturales se deben realizar cada cierto tiempo, para evitar esas deficiencias. En función de la situación de la persona encamada, los movimientos se realizarán cada menos tiempo.
Importancia de los cambios posturales
La principal importancia de los cambios posturales es que tienen como finalidad reducir la presión en las zonas en contacto con una superficie. Esto afecta a que no se produzcan úlceras por presión, llagas ni diferentes lesiones por atrofia.
De este modo, los cambios posturales liberan la presión de determinadas partes del cuerpo con ayuda de la movilidad o la elevación. Y, también, ayudan a incorporar a la persona mayor o desplazarla según las necesidades. Como, por ejemplo, movilidad para favorecer la alimentación, la higiene o los desplazamientos por el hogar.
Protocolos en cambios posturales: Cómo realizarlos correctamente
Conocer de manera detallada cómo podemos llevar a cabo los cambios posturales con la tercera edad resulta imprescindible para que no se produzcan contratiempos y el adulto esté lo mejor posible.
Lo ideal es que los cambios se realicen entre dos personas y cada 2-3 horas, aunque en las siguientes pautas para conocer cómo realizar los principales cambios posturales con personas mayores se haga referencia a una única persona, ya que en ocasiones suele ser un familiar o un auxiliar quien los debe realizar:
Cambio de decúbito supino a decúbito lateral
Cuando lo que queremos es pasar a nuestro familiar mayor de una posición boca arriba a una posición lateral, lo que tenemos que hacer primero es doblar la rodilla que más separada se encuentre del lado al que queremos girar a nuestro familiar mayor. A la vez que cogemos la rodilla, también cogeremos el hombro de ese mismo lado, y con cuidado, empujaremos para realizar el volteo. Una vez acomodado, es aconsejable colocar un cojín o almohada en la espalda, ya que eso aportará un mayor confort.
Cambio de decúbito lateral a decúbito supino
Al contrario que en el anterior caso, cuando lo que queremos es realizar un cambio de posición lateral a boca arriba, lo primero que debemos hacer es retirar la almohada que está colocada en la zona de la espalda del encamado, y dejar caer suavemente al adulto mayor hasta que su espalda entre en contacto con la cama, a la vez que sujetamos el hombro y la rodilla que no están en contacto con la cama, para controlar esa caída y que sea lo menos brusca posible.
Qué hacer cuando se escurren hacia abajo
Otra técnica que puede ser muy útil es el saber cómo colocar a nuestro familiar mayor en su postura correcta cuando se ha resbalado hacia abajo, ya que esto suele ser un hecho muy habitual. En ese caso, lo que debemos hacer es retirar la almohada de la cabeza, y a la vez que sujetamos la zona cervical, estirar de la sábana que tiene debajo, hasta devolverlo a la posición correcta. Una vez conseguida la posición, volveremos a poner la almohada en la cabeza.
Asimismo, es conveniente tener muy presentes los beneficios de la eliminación de sujeciones y el uso de barandillas en casos de mayores dependientes, bien sea en residencias de ancianos o en domicilios. Este programa, que Amavir ha implantado ya en más de una decena de sus centros, reconocidos con la acreditación oficial de centros libres de sujeciones por la Confederación Española de Organizaciones de Mayores (CEOMA), busca eliminar las sujeciones físicas y químicas en el cuidado del mayor, para favorecer la dignidad y la libertad de la persona, evitando posibles dolores y trastornos ocasionados por el modelo tradicional.
Los riesgos de los cambios posturales en el adulto mayor
Otro aspecto relevante para saber cómo cuidar a una persona mayor dependiente es identificar los riesgos de no realizar adecuadamente el cambio de posturas del paciente. Debemos tenerlos muy en cuenta para seguir siempre un protocolo preestablecido y asegurarnos que el desplazamiento se realice en las mejores condiciones, tanto para el mayor como para el profesional que lo lleva a cabo.
Así, un cambio de postura no realizado correctamente puede contribuir a provocar:
- Riesgo de caídas, incidiendo en la integridad del paciente.
- También puede provocar daños en el paciente y sus articulaciones, heridas y otras lesiones físicas, además de la sensación de malestar del mayor. Entre estas, las más frecuentes son:
- Úlceras decúbito. Se producen en las zonas donde se recibe mayor presión de peso corporal. Pueden suponer complicaciones si la persona está inmovilizada durante mucho tiempo.
- Problemas de circulación. Al no haber movimiento, los vasos sanguíneos bombean menos sangre. Este estancamiento puede provocar una reducción de la capacidad cardíaca del paciente, ocasionando a su vez hormigueos y adormecimiento de las extremidades.
- Hinchazón y dolor. El paciente encamado puede acumular líquido linfático en sus extremidades inferiores, observable a través de enrojecimientos e hinchazones en la zona en cuestión. Por otra parte, las articulaciones pueden perder flexibilidad y libertad de movimiento si no se estimulan.
Por otro lado, en la movilización manual de las personas mayores también pueden producirse riesgos para el profesional sociosanitario que les atiende:
- Manejo de cargas pesadas durante largos períodos de tiempo o durante cortos, pero de manera repetitiva.
- Higiene postural, tanto dinámica como estática.
- Los movimientos forzados de la espalda pueden lesionar las articulaciones y provocar contracturas musculares.
En conclusión, los cambios posturales en casos de personas mayores dependientes son imprescindibles para evitar problemas añadidos y conseguir un mayor confort en situaciones complicadas.
En las residencias para mayores Amavir, somos conscientes y conocedores de la importancia de una correcta realización de los cambios posturales. Por ello, nuestro equipo de profesionales, está perfectamente cualificado y preparado para atender estas situaciones, teniendo en cuenta las preferencias y la dignidad de la persona, y recibiendo actualizaciones de programas formativos con frecuencia, para estar al tanto de las últimas novedades y buscar siempre, en su día a día, el bienestar de las personas mayores a su cargo.