Llega el verano, se acaba la escuela y la vida de los niños cambia durante una temporada. Algunos siguen asistiendo al colegio para realizar otras tareas, tienen campamentos de verano o se apuntan a la piscina. Pero hay otros muchos niños que comienzan a pasar largos días con sus abuelos, ya sea en las ciudades o en los pueblos. Esta experiencia puede ser vivida por los mayores bajo el rol de «abuelos canguro», que solo esperan la llegada de la hora en la que los padres recogen a los niños. Pero también se puede convertir en una época especial y enriquecedora, ya que este intercambio intergeneracional puede tener muchos beneficios en mayores, así como para los pequeños.
En general, los abuelos establecen una relación de mucha confianza con los niños. Cada caso depende, por supuesto, de múltiples factores: del estado de salud del que gocen los mayores, de si estos van a la casa de los niños (o al revés), del carácter de los abuelos, etc. Pero, en cualquier caso, existe un denominador común: ellos ya han criado y educado a sus propios hijos; por lo que con los nietos pueden aprovechar toda su experiencia para disfrutar de ellos, sin las exigencias que implican los roles de madre o padre.
En este sentido, cuando se deja a los niños con los abuelos (ya sea un rato cada día mientras sus padres van a trabajar o bien una temporada de varios días consecutivos) es fundamental pactar ciertas reglas sobre cuál debe de ser la rutina de los pequeños: comidas, horarios, actividades, etc.
A continuación se enumeran algunas actividades interesantes que niños y abuelos pueden desarrollar juntos; para que, tanto unos y como otros, disfruten de la época de vacaciones.
Jugar. Nietos y abuelos pueden pasar grandes momentos mientras juegan y también al intercambiar conocimientos acerca de sus juegos preferidos. Lo más normal es que los nietos aprendan los divertimentos de sus mayores, sobre todo en lo relativo a juegos de mesa, como cartas, dominó o parchís. Además, muchos abuelos saben añadir interés a esos momentos con relatos de cuando ellos mismos eran pequeños y jugaban a esos mismos juegos. Sin embargo, también los menores pueden enseñar sus juegos a los abuelos, incluso si se trata de videojuegos. Aunque igual estos últimos no se les darán tan bien, las risas no faltarán.
Realizar excursiones. Si es en el pueblo, esta actividad tendrá un valor enorme para los niños. Un paseo por el monte o un recorrido por lugares tradicionales servirán al pequeño para entrar en contacto con la naturaleza y con las historias de sus abuelos y sus padres. Representa para ellos descubrir un mundo nuevo y fascinante. Mucho más aún si el trayecto incluye recolectar frutos que luego se puedan utilizar en la comida o preparar dulces.
Si es en la ciudad, también existe la posibilidad de descubrir lugares nuevos: un parque que no se visita con frecuencia, el zoo, algunos museos… Muchos sitios pueden ser de interés para un niño si se presentan de la manera adecuada.
Leer y contar historias. El tiempo compartido con los abuelos durante el verano es una excelente ocasión para generar una relación con la literatura que luego se puede prolongar durante toda la vida. Además, es posible que la lectura de relatos en voz alta por parte de los mayores se intercale con la narración de historias de su propia vida, o de la vida de sus hijos (es decir, los padres). Esto no solo es de gran interés y promueve la imaginación y la creatividad de los pequeños, sino que, además, les da una dimensión más cercana de sus mayores.
Ver fotos. Al igual que los relatos, las fotos de la familia contribuyen a hacer sentir a los niños como parte de un grupo mayor, que constituye su propia historia. Conviene, no obstante, dosificar estas actividades, para evitar que el pequeño se aburra. Siempre es mejor dejarle con un poco de ganas, que harán resurgir el interés enseguida la siguiente vez que se proponga esta tarea.
Cocinar. Los abuelos (sobre todo las abuelas) poseen unas cuantas recetas especiales con las que preparan platos que los niños no están acostumbrados a comer. Incluso los modos de preparar los alimentos pueden resultar novedosos para los pequeños. Les hará sentirse muy a gusto al actuar como asistentes o ayudantes en la cocina.
Finalmente, con todas estas actividades los mayores mantienen el cerebro activo, uno de los objetivos principales de todos los centros Amavir, tratando de retrasar el proceso de envejecimiento.