Fue en el año 58 cuando un cirujano sueco, Ake Senning, implantó el primer marcapasos en el corazón de un ser humano. El pequeño aparato funciona gracias a una serie de impulsos eléctricos que ayudan al corazón a mantener un ritmo de latidos constante y adecuando. Con la implantación del dispositivo, el paciente puede recuperar la normalidad de su vida, pudiendo realizar prácticamente la misma actividad que antes de la dolencia cardiaca.
El pequeño aparato cuenta con un generador de impulsos eléctricos y un par de cables con sus correspondientes electrodos. Dentro del generador hay un chip encargado de percibir el ritmo de los latidos y enviar impulsos artificiales, en caso de ser necesario, para mantener el ritmo normal de funcionamiento del corazón.
Tras una afección cardíaca, cabe la posibilidad de que sea necesaria la implantación de un marcapasos. Estos dispositivos pueden ser permanentes, implantándose bajo la piel del paciente, o temporales, pudiendo colocarse los electrodos en una vena central hasta contactar con el endocardio o bien situando los electrodos sobre la piel del paciente, uno en el torax y otro en la espalda.
Los pacientes portadores de marcapasos reciben, tras su implantación, una tarjeta identificativa que deben llevar siempre consigo. Esta tarjeta especifica la información técnica del marcapasos, su modelo, su modo de funcionamiento y las fechas de revisión del mismo. Normalmente, tras la implantación del dispositivo, el único cambio o mantenimiento que se debe hacer al mismo es la sustitución de la batería. Esta operación se realiza con anestesia local a los 6-10 años de la implantación, dependiendo del uso que necesita el generador y el consumo que hace de la batería.
Es muy importante acudir a revisiones cada seis meses o un año para comprobar el buen estado del dispositivo. Estos exámenes tienen una duración de 15-30 minutos. No obstante, si el paciente percibe síntomas similares a los de antes de implantar el dispositivo, se siente mareado o con dificultad para respirar, siente dolor torácico o hipo que no desaparece, debe acudir inmediatamente al médico puesto que los síntomas pueden apuntar hacia un problema en el marcapasos.