A medida que la edad de las personas avanza, los cambios en la morfología del pie son cada vez más visibles. Si el número del calzado no se adapta a estas transformaciones, es posible que el mayor sufra diferentes sintomatologías, que pueden desencadenar un problema grave, como angustia, apatía, pérdida del equilibrio y caídas.
Un estudio de la Universidad de A Coruña analizó los cambios que sufre el pie y la tolerancia de los mayores al dolor por emplear calzado inadecuado. La mayoría de los ancianos encuestados no utilizaba el número correcto del pie (un 83%) y, en alguna ocasión, requerían de números diferentes para cada pie.
En la tercera edad incrementa la anchura e incluso la longitud del pie, y también la tolerancia al dolor, la pérdida de masa muscular y el tejido adiposo. El estilo de vida a estas edades provoca que se utilice un calzado inadecuado, lo que, sumado a la aparición de enfermedades crónicas como obesidad, alteraciones vasculares, diabetes o artritis reumatoide, produce problemas en los pies de los mayores.
Al utilizar los mayores un calzado incorrecto, requieren de mayor atención médica y podológica, puesto que afecta a la capacidad funcional y a la calidad de vida. Los trastornos más habituales producidos a consecuencia de emplear calzado incorrecto son la aparición de deformidades en los huesos del pie, juanetes, alteraciones en las uñas y pies planos.
Nuestra recomendación desde Amavir es que los mayores utilicen calzados de horma ancha, preferiblemente ajustables con correas o velcros, suelas de goma que protejan de resbalones y caídas y que, a su vez, reduzcan el impacto en las articulaciones y la presión al caminar.
Una visita regular al podólogo ayuda a prevenir, controlar y disminuye la aparición de alteraciones en los pies, mejora la autonomía y, en definitiva, la calidad de vida de los mayores.