Lourdes Rivera pasa revista a todo lo vivido por la compañía en estos últimes meses y reivindica el trabajo y el esfuerzo desarrollado por todos los profesionales de las residencias de mayores
El periódico Entre Mayores publica en su número de diciembre una extensa entrevista con la Directora General de Amavir, Lourdes Rivera, en la que hace resumen de lo que ha supuesto para la compañía estos meses de lucha contra la pandemia de coronavirus. Además, reivindica el trabajo y el esfuerzo que han hecho los profesionales de las residencias de mayores, que han sido muy injustamente tratados durante buena parte de esta crisis sanitaria.
La entrevista puede consultarse en la página web de este periódico y, por su interés, la reproducimos aquí a continuación:
«Los trabajadores de residencias debemos estar orgullosos del esfuerzo realizado durante la pandemia»
PREGUNTA.- ¿Cómo están viviendo en Amavir la crisis sanitaria?
RESPUESTA.- Ha sido la situación más difícil a la que nos hemos enfrentado en toda nuestra historia. Nosotros como empresa, pero, en general, todo el sector. Este virus está siendo especialmente cruel con las personas mayores y las residencias hemos sido muy castigadas. Además, todos los que trabajamos en atención a mayores hemos sufrido durante mucho tiempo una crítica completamente injusta hacia nuestra labor, cuando la realidad es que hemos dado lo mejor de nosotros mismos por cuidar a nuestros mayores en una situación muy difícil y prácticamente solos.
P.- ¿Cuáles fueron los principales problemas a los que se enfrentaron durante la primera ola?
R.- La pandemia pilló a España completamente desprevenida. Nadie supo calibrar el riesgo real al que nos enfrentábamos. Es más, durante mucho tiempo, incluso se intentó minimizar el problema y esa falta de preparación fue terrible. En las residencias nos encontramos con tres problemas principales. En primer lugar, la falta de materiales de prevención. En segundo lugar, la falta de tests a nuestros usuarios y trabajadores. Y, en tercer lugar, los problemas que tuvimos para poder hacer derivaciones hospitalarias. Estos tres problemas, en el fondo, encierran la terrible realidad de que nadie pensó en las residencias. Teníamos viviendo con nosotros al grupo de población más vulnerable frente al virus y, sin embargo, no se establecieron planes específicos que hubieran permitido mitigar lo que vivimos. Las Administraciones iban actualizando los protocolos de un día para otro, en un ambiente de completa incertidumbre.
P.- ¿No tuvieron material de prevención?
R.- Teníamos acopio de algunos materiales, como guantes, porque es algo que utilizamos en nuestro día a día, pero en las residencias no utilizamos mascarillas, porque no somos hospitales y ese producto no aplica a nuestra actividad. Es por eso que, semanas antes de que llegara el confinamiento, y viendo lo que estaba pasando ya en Italia, la empresa se hizo con un stock de EPI. Creíamos que con las camas de enfermería que tenemos en cada residencia sería suficiente para afrontar los casos que pudiéramos tener y el acopio se hizo pensando en eso. Nos quedamos cortos, pero es que ni siquiera las autoridades, ni el Gobierno central, ni las comunidades autónomas, y tampoco los propios hospitales, fueron capaces de prever lo que estaba viniendo. Nadie hizo un acopio de materiales suficiente.
P.- ¿No les suministraron materiales y no intentaron comprar por su cuenta?
R.- Hay que hacer memoria. En las primeras semanas, las autoridades decían que no había que usar mascarilla, ni entre la población general ni tampoco en las residencias. La realidad es que no había tampoco dónde comprarlas, hubo un desabastecimiento general. Las autonomías empezaron a suministrarnos a finales de marzo o primeros de abril, cuando ya el virus estaba completamente extendido. En Amavir nos sumamos a varias compras conjuntas en el extranjero, algunas de las cuales fueron retenidas en las aduanas, con lo que no nos llegaron. Fue una tarea titánica tratar de encontrar material y lo conseguimos como pudimos, pagando a veces precios astronómicos. Y aquí quiero acordarme de todas las personas y entidades que se volcaron con nosotros donándonos mascarillas y EPI en esos primeros momentos.
P.- ¿Se les ha compensado económicamente por ese material extra que han tenido que adquirir?
R.- Como les decía antes, ese material no forma parte de nuestro día a día. Hemos tenido que afrontar un gasto que es propiamente sanitario, no de las residencias. Y eso ha supuesto mucho dinero. Hay muchas residencias pequeñas, sin el soporte de un grupo, a las que esto les ha llevado a una situación económica insostenible. Varias comunidades han anunciado ya que van a compensar a las residencias por estos gastos sanitarios, algo que es de justicia y que deberían hacer todas.
P.- Un problema que apunta es que no les hicieron tests en las residencias. ¿Cómo les afectó esto?
R.- En la primera ola nos hicieron muy pocos tests, solo si un mayor era derivado al hospital, que fueron casos muy aislados. La falta de estos tests nos complicó mucho la gestión, porque no podíamos saber a ciencia cierta quién podía estar contagiado y quién no, lo que te llevaba a trabajar casi a ciegas. En cuanto aparecía cualquier mínimo síntoma en un usuario se procedía al aislamiento, pero hubo muchos que eran asintomáticos y, por aquel entonces, no lo sabíamos, por lo que la tarea de sectorizar correctamente las residencias fue muy difícil.
P.- ¿Siguen teniendo este problema en la actualidad?
R.- Afortunadamente esto ha cambiado. Hay muchos más tests disponibles en el mercado. En Amavir adquirimos un lote de tests rápidos para poder ayudar a los centros en la sectorización. Y ahora, las autonomías nos hacen tests de forma muy ágil en cuanto podemos tener sospechas. Se han hecho también estudios de serología, que han sido muy importantes para conocer cómo es la foto de cada residencia en cuanto a personas que hayan podido pasar ya la enfermedad y, por tanto, tienen cierto grado de inmunización. Ha sido vital también la llegada de los tests de antígenos, que dan resultados en quince minutos, porque han ayudado mucho en la gestión de los centros.
P.- Otro de los temas más polémicos en la primera ola fueron los problemas con las derivaciones de usuarios de residencias a hospitales. ¿Tuvieron este problema en Amavir?
R.- Sí, lamentablemente tuvimos muchos problemas en prácticamente todas las comunidades en las que operamos. La situación de los hospitales esas semanas fue muy dura, en situación de colapso, y eso nos afectó, porque nos resultaba imposible que vinieran ambulancias y que nos aceptaran a los mayores.
P.- ¿Cómo explicaron esto a las familias?
R.- Intentamos ser transparentes con las familias, contándoles los problemas que estábamos teniendo. Algunas no lo entendían en ese momento, no se lo podían creer, incluso nos culpaban a nosotros de que no queríamos hacerlas aunque, con el tiempo, todas han podido ver que estábamos diciendo la verdad. Para ellas, como para nosotros, ha sido muy duro comprobar que las personas mayores que vivían en residencias se vieron de alguna manera discriminadas con respecto a las que vivían en sus domicilios.
P.- ¿Cree que la mortalidad en residencias hubiera sido menor si se hubieran aceptado derivaciones?
R.- Es muy difícil responder a esta pregunta, pero creo que sí, que el nivel de mortalidad hubiera sido menor. Sabemos que la enfermedad es muy dura con los mayores y que hay muchos que, lamentablemente, aunque hubieran sido derivados habrían fallecido. Pero seguro que otros se podrían haber salvado si hubieran recibido una atención especializada en un hospital.
P.- ¿Recibieron el famoso protocolo de Madrid por el que se prohibían supuestamente las derivaciones a hospitales? ¿Pasó lo mismo en otras comunidades?
R.- A Amavir, como organización, no nos llegó, pero sí que llegó a algunas de nuestras residencias. No lo mandó la Comunidad de Madrid directamente, el envío se hizo desde los servicios de geriatría de los hospitales de referencia a los propios directores. Entendemos que era un protocolo interno, pero algunos hospitales lo mandaron a las residencias con las que trabajan. Y sí, en alguna otra comunidad recibimos también protocolos de esa naturaleza por parte de los hospitales. En cualquier caso, con protocolo o sin él, la evidencia era que cuando llamábamos a los hospitales nos decían que no podían venir a por nuestros usuarios.
P.- Y ante la falta de derivaciones, ¿recibieron algún tipo de soporte médico?
R.- Fue muy puntual y en unas comunidades más que en otras. Los servicios de geriatría de los hospitales solían hacer llamadas periódicas a las residencias para conocer la evolución de la situación. Pero poco más, quizá alguna visita, pero no algo continuado. Tampoco se nos suministraron tratamientos específicos, lo más que recibíamos eran antibióticos, suero y mórficos.
P.- ¿Está habiendo problemas de derivaciones hospitalarias en esta segunda ola?
R.- No, afortunadamente esto se ha resuelto. Desde mediados de abril no hemos vuelto a tener este problema. Y, volviendo sobre una pregunta anterior, creo que se está demostrando que cuando hay estas derivaciones el índice de mortalidad está siendo menor.
P.- ¿Cree que esta segunda ola está demostrando que, con medios, el sector puede afrontar esta situación?
R.- Totalmente. Hay situaciones que, por supuesto, se pueden descontrolar. Y este virus sigue dando muestras de que, a pesar de que se adopten todas las medidas, sigue teniendo una capacidad de contagio muy alta. Pero creo que estamos viendo que en esta segunda ola las residencias estamos mucho más preparadas y que estamos afrontando la situación de una manera mucho más tranquila que en marzo y abril. Tenemos medios, tenemos tests, se nos hacen derivaciones y, además, tenemos ya mucha más experiencia.
P.- ¿Tuvieron muchas bajas entre el personal?
R.- Este fue otro gran reto para las residencias. Hubo muchos trabajadores que, ante la falta de materiales de prevención, contrajeron la enfermedad y otros que, por contacto directo, tuvieron que coger la baja. El problema es que, como no se hacían tests, se daba la baja prácticamente a todo el que decía que trabajaba en una residencia, con lo que tuvimos que hacer un gran esfuerzo para cubrirlas.
P.- ¿Hubo problemas de escasez de profesionales?
R.- Es que este problema no es algo que hayamos sufrido solo en la pandemia. La falta de profesionales sanitarios, sobre todo de Enfermería, se ha convertido en algo crónico en nuestro país, que afecta ya no solo a las residencias, sino al sistema sanitario, como ha quedado probado estos meses. Es urgente que se pongan soluciones ya a este problema.
P.- ¿Cómo ha afrontado el personal esta situación?
R.- Han hecho un trabajo extraordinario. Creo que, como sector, tenemos que estar muy orgullosos de la labor que hemos hecho. No tenemos que dejar que nadie nos cuestione o nos ponga en duda. Hemos dado todo lo que hemos podido y más, trabajando horas y horas sin descanso, sin libranzas, sin festivos, con una presión psicológica y física terrible. A pesar de todas las dificultades, a pesar de estar solos, lo hemos dado todo por nuestros mayores. Todo esto lo hemos querido reflejar en una campaña que hemos desarrollado bajo el título de ‘Es tiempo de unión’. En esa web hemos colgado más de 500 vídeos con testimonios de trabajadores y también de residentes y familiares, para dejar constancia de lo que hemos vivido y de la gran labor que hemos hecho.
P.- ¿Confían en que la vacuna ayude a retomar la normalidad?
R.- La normalidad completa, como la que teníamos antes de la pandemia, va a tardar en llegar aún un tiempo. Pero está claro que la vacuna nos ayudará mucho en este proceso. Es una buena noticia que el Gobierno haya anunciado que los primeros en vacunarse vayan a ser las personas mayores que viven en residencias y los trabajadores que les atienden. Creo que esto contribuirá a generar confianza en las residencias, que es algo muy necesario ahora mismo.
P.- ¿Qué opina sobre la medicalización de las residencias, de la que tanto se habla últimamente?
R.- Las residencias ya tienen médico y servicio de enfermería, que está para atender las necesidades básicas de los residentes en su día a día. Pero no podemos convertirlas en hospitales, ese es un debate que no nos conduce a nada. Creo que si vamos a eso, perderíamos nuestra esencia. Las residencias son lugares de convivencia, lugares para vivir, no hospitales. Y creo que convertir a las residencias en hospitales puede hacer que sean mucho más frías.
P.- A título personal, ¿considera que el sector ha sido injustamente tratado durante esta pandemia?
R.- Totalmente. Hemos sido el blanco fácil. En muchos casos, los medios de comunicación y muchos políticos se han dejado llevar por el sensacionalismo, hablando todo el día de muertos en las residencias, pero sin parar a preguntarse por qué se estaban produciendo. Lo único que recibíamos al principio eran acusaciones. Mientras que todo eran aplausos para los sanitarios, de nosotros solo se oían críticas. Pero afortunadamente con el tiempo la opinión pública ha podido comprobar que nos dejaron solos, que hicimos todo lo que pudimos con los pocos medios que nos dieron. Creo que todos deberíamos reflexionar sobre lo que supone culpabilizar, e incluso criminalizar, a todo un sector. Eso es lo que se hizo. Y eso supuso una carga emocional y psicológica muy fuerte para todos los que trabajamos en residencias.
P.- ¿Cómo afrontan la Navidad en las residencias?
R.- Va a ser una prueba de fuego. Es necesario que los mayores retomen un mayor grado de relación con sus familias. Son muchos meses ya de confinamiento y de visitas a distancia, que están provocando un debilitamiento emocional que nos preocupa. Estamos a la espera de las decisiones que adopten las Administraciones, pero creo que tenemos que buscar fórmulas para que los mayores puedan de alguna manera vivir con sus familias estas fiestas.
P.- ¿Qué les diría a las familias de residentes que han fallecido por culpa del virus?
R.- No hay palabras para consolarlas. Sus familiares han fallecido, en muchos casos, sin que hayan tenido ocasión de despedirse de ellos. El proceso de duelo se ha roto por completo. En Amavir hicimos un acto de homenaje en todas nuestras residencias en memoria de los fallecidos por la Covid-19, plantando un árbol en cada una de ellas para que nunca se nos olvide esto que hemos vivido. En cualquier caso, a esas familias me gustaría transmitirles que sus mayores nunca estuvieron solos, siempre tuvieron la compañía de sus cuidadores hasta el último momento.