La incontinencia urinaria es un problema de gran incidencia en la población mayor. Un 15% de las personas de más de 75 años están afectadas. Es más frecuente entre las mujeres en una proporción de dos a uno respecto a los hombres. Por eso, es necesario insistir en que la incontinencia no está asociada al envejecimiento. Es mucho más habitual con los años, pero porque son mucho más frecuentes las causas que la provocan. Lo primero debe ser, por lo tanto, buscar el origen. Ante un problema de incontinencia, debe acudir a su médico de atención primaria o su médico especialista en geriatría para que estudie la incontinencia y su tipo y establezca el tratamiento pertinente. Si la incontinencia es de comienzo reciente, es muy probable que pueda ser reversible y se pueda tratar la causa que la provoca: infección de orina, inmovilidad reciente, el estreñimiento, colocar cerca una cuña o llevarle rápido al servicio, suprimir o reducir ciertos medicamentos, como los diuréticos, etc. Cuando la incontinencia es crónica y su causa ya no se puede tratar (demencia, cirugía de próstata, etc.) aún se puede actuar de varias formas, como, por ejemplo, con la atención a los cuidados de la propia incontinencia. En cualquier caso, se puede tomar las medidas que se describen a continuación. Las más importantes son:
Reeducación de esfínteres o reentrenamiento vesical. Su finalidad es llevar a la persona mayor a una frecuencia para orinar lo más normal y cómoda, con lo que se acostumbra a la vejiga a evacuar con un determinado ritmo. La atención y el cuidado son diferentes según sea la persona mayor dependiente, por lo que deben ser individualizados. Conviene conocer la periodicidad con que se acude al servicio (ésta puede variar en la misma persona a lo largo del día). El registro debe realizarse durante días, anotando cada vez que el paciente orine, tanto de forma continente como incontinente. Esto permite estudiar en qué momento se producen los accidentes y su posible causa. La micción suele ser más frecuente al levantarse, al acostarse, antes o después de las comidas y, también, tras la toma de algunas bebidas como café o té. Se estimula al paciente a que vaya al servicio en estos momentos. No se pregunta al anciano si quiere orinar, sino que se le sugiere que es la hora de ir al servicio. La persona mayor debe permanecer sentado en el inodoro durante 5 minutos, dejándole que oiga un grifo abierto.
Si esto no es eficaz, se invita a orinar al paciente cada 2 ó 3 horas (pueden utilizarse timbres o despertadores para recordar la hora), en principio sólo durante el día, tenga ganas o no, y aunque se encuentre mojado. Si la persona mayor incontinente se ensucia, se adelanta media hora el control hasta tener una idea aproximada del intervalo de tiempo necesario para que se mantenga seco. Nunca se ha de ir antes del momento fijado y si el paciente tiene deseos de orinar, debe aguantarse y esperar. Tras conseguir la continencia durante el día, se intentará durante la noche (levantándose 2 veces, siempre a horas fijas).
Los pacientes con demencia, pero con buena movilidad, pueden mantenerse secos durante el día con viajes regulares al servicio, aunque la incontinencia nocturna es inevitable. Algunos objetivos pueden alcanzarse en uno o dos días, otros requieren semanas o incluso meses. Los logros ayudan a mantener la motivación, por lo que se han de plantear objetivos a corto plazo y poco ambiciosos, reforzando a la persona incontinente de manera positiva. Sólo una vez conseguida la continencia, y cuando no existan accidentes, se pueden retirar los absorbentes.
Ejercicios del suelo pelviano. Ayudan a aumentar la fuerza y el tono de los músculos del suelo de la pelvis. Las formas correctas de realizarlos son las que se comentan a continuación:
- Permanecer de pie o sentado confortablemente. Contraer despacio, pero con fuerza, los músculos de alrededor del ano, manteniéndolos en tensión durante 5 segundos para relajarlos después (imaginando que se quiere controlar una diarrea).
- Sentarse con comodidad en el inodoro cuando se desee orinar. Durante la micción, interrumpir voluntariamente el flujo urinario, contrayendo los músculos de la zona.
Se recomienda hacer los ejercicios unos 10 minutos y 3 veces al día a intervalos regulares y durante varios meses. Estos ejercicios suponen una mínima interrupción en las actividades cotidianas y se pueden realizar en cualquier lugar sin que nadie se dé cuenta. Su utilidad es máxima conforme pasa el tiempo y los ejercicios son efectuados una y otra vez por la persona mayor dependiente. Vale la pena el esfuerzo porque los resultados son muy positivos en cuanto al control de la micción.